lunes, 2 de noviembre de 2009

Nuevas Tecnologías en Educación

Cuando hablamos de ciencia y tecnología nos estamos refiriendo a un tema bastante escabroso y lamentablemente poco abordado o sumamente extraño para la mayoría de la gente. Muchos de nosotros hemos sido testigos del nacimiento de un proceso que parece ser interminable: la edad de la información, que sin lugar a dudas generará una profunda transformación en todos los aspectos, estableciendo una fuerte polémica.
Como elemento clave y básico de esta nueva era se encuentran las modernas tecnologías de la información y de la comunicación, que se han convertido en vasos comunicantes para la difusión de una nueva cultura global que tiene su ámbito de acción en la red (Andino Gamboa, 2002:7), o sea, en el espacio cibernético en torno al cual gira la vida social, económica y política de todos los países del orbe.
Dentro de este marco conceptual, nuestras universidades han llevado a cabo un esfuerzo para adaptarse a los nuevos requisitos y poder continuar sobreviviendo como organismos sociales. Es de sobra conocido que en el nacimiento de la red de redes (internet) tuvieron mucho que ver las instituciones de educación superior estadounidenses así como los académicos, pero sobre todo los investigadores que han venido haciendo uso cotidiano, intenso y prolongado de la red, creando como consecuencia una sorprendente e increíble producción de conocimientos y transformando de manera radical la forma de interacción e intercambio académico, estableciendo extensas comunidades virtuales a lo largo y ancho del globo terráqueo (Op. cit.). Para nadie resulta extraño que el quehacer universitario se haya desplazado prácticamente del campus para insertarse en la red, porque de esta forma es relativamente sencillo comunicarse y tener contacto con colegas de cualquier institución en cualquier parte del mundo; asimismo, la difusión del conocimiento ahora se lleva a cabo por medio de base de datos compartidos o servidores selectivos y material electrónico, con lo que es muy factible llegar a la hiper-especialización.
Mauricio Andión Gamboa, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, nos dice que la docencia ha sido afectada de una manera notable por la revolución teleinformática. Añade que desde hace más de una década se experimenta con los servicios educativos en línea en varias universidades del mundo (Idem.), creando una educación a distancia con nuevos retos y desafíos, que inciden básicamente en el nivel superior no solo por las posibilidades de expansión de la oferta educativa y la consecuente democratización del acceso al conocimiento, sino por la ruptura misma del paradigma industrial en torno al cual se organiza la institución escolar y los métodos tradicionales de enseñanza (Ibid.). La dinámica del proceso del aprendizaje, así como la relación maestro-alumno, maestro-conocimiento y alumno-conocimiento, se están alterando de manera substancial afectando notoriamente a la educación.
A su vez, el rubro de extensión universitaria, se ha visto beneficiado por la utilización de las nuevas tecnologías telemáticas, logrando que muchas instituciones de educación superior puedan acceder a través de sus servicios a un número mayor y más diversificado de comunidades de aprendizaje, logrando de esta manera desarrollar proyectos de extensión y difusión más flexibles y ambiciosos (Andino Gamboa, 2002:7).
Los especialistas coinciden en señalar que fue durante la década de los 70s cuando se inició una nueva revolución tecnológica que situó a la información en el punto focal de los procesos de producción y reproducción material de la humanidad, sentando las bases de una transformación sin precedentes de las estructuras económicas, políticas y culturales de la sociedad. La universidad y demás instituciones recibieron un fuerte embate que las colocó ante el dilema de «renovarse o morir», obligándolas en cierta medida a volver la mirada hacia esquemas de corte empresarial para subsanar su precariedad económica, o sea, buscar la mejor manera de ofertar y vender servicios educativos e información al mejor consumidor (Op. cit.:9-23), perdiendo con ello no solo la mística, sino el propósito para el que fue creada, aunque todo parece suponer que terminará sucumbiendo ante las tentaciones y presiones tecnológicas. La invención del microchip, el acceso a la computadora personal, así como el uso de un lenguaje digital sumamente ambiguo, han modificado el medio en que se produce y reproduce el conocimiento, acelerándolo de manera nunca antes vista. Por otro lado, la aparición del Internet ha potenciado la difusión de la información a niveles nunca antes imaginados (Idem.) La revolución de las tecnologías de la información y la reestructuración del capitalismo han generado una nueva forma de sociedad que Manuel Castells ha denominado «sociedad red», caracterizada por la globalización de las actividades económicas decisivas desde el punto de vista estratégico, por su formación de organización en redes, por la flexibilidad e inestabilidad del trabajo y su individualización, por una cultura de la virtualidad real construida mediante un sistema de redes de comunicación omnipresentes, interconectados y diversificados, y por la transformación de los cimientos materiales de la vida, el espacio y el tiempo, mediante la construcción de un espacio de flujos y del tiempo atemporal, como expresión de las actividades dominantes y de las elites gobernantes (Castells, Manuel, 1999:14).
En el sentido estricto del término Internet puede ser definido como: «una red de redes» interconectadas globalmente que permiten la telecomunicación entre los agentes o agencias que tengan acceso a los medios (una computadora integrada por módem y el software apropiado), en cualquier momento y en cualquier lugar del planeta (Andino Gamboa, 2002:7), lo que condujo a Castells a su definición anterior.
Para Derrick De Kerckhove, distinguido investigador de la Universidad de Toronto, el Internet posee tres características intrínsecas: 1) interactividad, que posibilita el enlace físico entre agentes y agencias, así como la interacción entre los sujetos y sus máquinas; 2) hipertextualidad, que facilita el enlace entre contenidos o cuerpos de información y 3) conectividad, que facilita el enlace mental entre los agentes y agencias, lo que daría lugar a la formación de una inteligencia colectiva o conectiva como prefiere denominarla él (Kerckhove, Derrick, 1999; citado por Andino Gamboa, 2002:16). Por su lado, Pierre Levi nos dice que el desarrollo del Internet tiene que estar sustentado por tres condiciones: a) la conexión de todo con todo, lo que permite el acceso a la información publicada en la red desde cualquier punto situado en el espacio cibernético; b) formación de comunidades virtuales, integradas por individuos y organizaciones que participan activamente en la red y c) la inteligencia colectiva, objetivada en el conocimiento acumulado y compartido por todos los cibernautas a través de la red (Cfr. Levi, 1997; citado por Andino Gamboa, Op. cit.)
Otros científicos ponen énfasis en lo que denominan campo cultural cibernético mismo que contiene reglas estructurales fijas: 1) un ambiente hipermediado con una naturaleza dinámica y flexible en constante proceso de revisión, reorganización y actualización; 2) hipertextos que pueden ser leídos desde múltiples entradas; no tienen principio ni fin y permiten al lector interactuar con ellos (Andino Gamboa, Ibídem). Sin embargo, dichos investigadores también dimensionan varios problemas, como por ejemplo: al extenderse hacia todas direcciones y en todos los planos, la red adquiere una estructura descentralizada. Al no existir un centro regulador, se excluye la posibilidad de un control totalitario sobre la información y el conocimiento que circula en la sociedad, tal como sucedió con el enciclopedismo durante la ilustración (Op. cit.)
En el caso concreto de México, la reacción del Estado y la sociedad frente a la aplicación de esquemas virtuales ha sido sumamente gradual y lenta, por lo que su impacto en las instituciones de educación superior ha sido superficial, por no decir sin respuesta. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), son las instituciones pioneras en el uso de la red, porque las demás instituciones de educación superior presentan solamente un avance irrelevante (Ibid.:18), debido tal vez a la precariedad financiera que ha padecido desde hace mas de 20 años la educación superior pública, por lo que la inversión en tecnología de punta ha sido casi imperceptible.
En un diagnóstico elaborado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), se demuestra que la infraestructura para ofrecer educación a distancia, exclusivamente en el área metropolitana, es aún insuficiente, a pesar de que la mayoría de las instituciones de educación superior en el Distrito Federal son privadas. Por otro lado, en una investigación realizada por la UAM-Xochimilco, se llegó a la conclusión de que los niveles de adaptación de las universidades mexicanas en un intento por engancharse a las nuevas tecnologías informáticas, oscila de moderado a bajo (Idem.), lo que no puede levantar expectativas a pesar de que el programa Internet II, anunciado en el año 2000 aproximadamente, ilusionó a muchas instituciones, académicos, investigadores, estudiantes, etcétera, aunque un hecho por demás relevante es que en el país existe un analfabetismo cibernético del 89% y solamente el 2% tiene acceso a la red.
Desde luego no todo el panorama es negativo; existen algunas evidencias de que en el campo de la docencia universitaria se está elaborando software educativo en formatos multimedia para la enseñanza en ambientes virtuales y presenciales, destacándose por otro lado la necesidad de profundizar en la investigación educativa para poder llegar a diversos métodos de enseñanza y de diseño curricular adaptados a los nuevos ambientes de aprendizaje, aunque estas continúan siendo todavía acciones muy marginales.
Todo ello nos conduce a reflexionar sobre la urgencia de una movilización al interior de las universidades; habrá que imprimirle un sentido ético al cambio en donde precisamente la sociedad funcionaría como una red neuronal en el sentido que le otorga De Kerckhove, o sea que: las redes artificiales (ANN) están compuestas de nodos computacionales llamados neurodos que se hallan interconectados de forma flexible. Las ANN procesan información de un modo más cercano a como lo hace el cerebro humano, organizando patrones de conexiones ponderadas entre sus neurodos (Andino Gamboa, Ibídem).
Regresando al caso de la UNAM, se dice que a principios de la década de los 70s se establecieron las primeras conexiones de teletipos hacia una computadora central, y no fue sino hasta 1987 que se llevó a cabo un enlace académico precisamente con el ITESM (Byrd Orozco, 2002:24-37). Tres años después, en 1990, la UNAM se convirtió en la primera institución latinoamericana en incorporarse a la red mundial Internet, cubriendo un 95% de sus niveles de bachillerato, licenciatura, posgrado e investigación y, posteriormente, con la conformación de los servicios educativos en red (SER/UNAM), modelo de vinculación a semidistancia entre unidades universitarias, se amplió la cobertura educativa.
Uno de los proyectos estratégicos de SER/UNAM es la creación de los Centros Educativos Multidisciplinarios (CEM), ubicados en sedes externas a ciudad universitaria, con el objeto de apoyar demandas en materia educativa como pueden ser: formación, actualización y capacitación en programas de educación continua (extra curriculares) curriculares escolarizados y abiertos a distancia así como semipresenciales. Por su lado, los centros de apoyo a la docencia (CAD) son espacios de formación e intercambio en los que los docentes producen materiales propios. Algunos de estos centros cuentan con equipo audiovisual y de cómputo conectado a la red; en los casos en que se cuente con antena Edusat, es posible establecer teleaulas para impulsar el desarrollo de la educación no presencial y virtual (Ibidem;31).
La Red Nacional de Videoconferencias para la Educación (RNEVE) fue concebida en el mes de noviembre de 1998 al interconectarse las redes de la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México, así como sedes afiliadas a la UNAM, teniendo como objetivo principal proporcionar servicios de videoconferencias interactivas a sus miembros y a otras instituciones para el intercambio de ideas y conocimientos con base en el uso de tecnología avanzada de telecomunicaciones, compartiendo audio, video y datos en tiempo real (en http/www.dgsca.unam.mx80/educación/educación.html).
Para otros especialistas, la educación virtual aporta entre innumerables alternativas, un grado de inmediatez, telepresencia e interacción con el modelo convencional de educación superior a distancia, basado fundamentalmente en textos impresos (Cfr. Torres Velandía, 2002:38-48), coad-yuva a la eliminación del aislamiento del estudiante, aunque conduciéndolo a otro tipo de aislamiento diferente, activa los procesos de aprendizaje autodirigido, autónomo y autorregulado trascendiendo la dimensión individual. Aparentemente logra un alto nivel de motivación, se convierte en un valioso auxiliar de los problemas de producción y distribución de materiales impresos.

Referencias bibliográficas
Andino Gamboa, Mauricio (2002). «Presentación»; en Reencuentro: análisis de problemas universitarios. UAM-Xochimilco. Serie Cuadernos Nº 35. Diciembre. México.
Byrd Orozco, Alejandro (2002). «La UAM frente a la educación con tecnología»; en Reencuentro: Análisis de problemas universitarios», UAM-Xochimilco. Serie Cuadernos Nº 35. Diciembre. México.
Castells, Manuel (1999). La era de la información: la sociedad real. Vol. 1. Siglo XXI. México.
De Kerckhove, Derrick (1999). Inteligencias en conexión: hacia una sociedad de la web. Gedisa. Barcelona,
Levi, Pierre (1997). Collective Intelligence: Mandkind’s Emerging World in Cyberspace. Cambridge Press Books.
Torres Velandía, Angel (2002). «Red UNAM: grupos virtuales de aprendizaje colaborativo»; en Reencuentro: análisis de problemas universitarios. UAM-Xochimilco. Serie Cuadernos Nº 35. Diciembre. México.

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